Séneca es el adalid de la tragedia romana. A pesar de esto su obra trágica se limita prácticamente a lo escrito. Esto se debe a las características del teatro romano que bebe directamente del griego. Por un lado, la tragedia se caracteriza por el horror, la desgracia y la muerte. En ella, el héroe trágico sufre ante circunstancias adversas, lucha contra un destino inexorable que lo lleva a los límites entre el poder, las pasiones y la influencia de los dioses en su destino. Además el desenlace suele estar marcado por la fatalidad y lo catastrófico. Sin embargo, nunca se mostraba directamente al público estas escenas con tintes terroríficos. Precisamente, esta misma puesta en escena se mantiene en Roma, pero impide que muchas de las obras de Séneca se representen porque según sus detractores no son viables. Séneca hace un verdadero ejercicio literario que en la práctica se pierde. Muchas de sus obras nunca se representan o no lo hacen en su totalidad y esplendor.
Parece incongruente que se de este caso en Roma, cuando los ciudadanos de la polis viven inmersos en una vida donde lo ocioso pasa por el circo romano y por el anfiteatro. Ambos lugares son sede de batallas entre personas, combates de gladiadores o luchas entre fieras y hombres. Sitios donde la sangre y la muerte se dan la mano. Pero a pesar de que los romanos están habituados a estas formas de violencia y la consideran diversión, en el teatro se sigue rechazando este tipo de carga emotiva. La catarsis que el público hallaba en estos espectáculos de guerra, por otro lado la evitaba en el ámbito teatral. El ciudadano romano buscaba esparcimiento, evasión en el teatro; en definitiva, espectáculos divertidos. Esa función ya la cumplía perfectamente la comedia, que fue el género más agraciado en Roma.
Si la tragedia en Roma hubiese evolucionado al mismo nivel que los otros espectáculos en lo que respecta a la carga de terror que éstos contenían, tal vez las obras de Séneca hubiesen alcanzado más divulgación. Éste autor era prolífico en las descripciones de escenas plagadas de personajes atormentados. Esto lógicamente deriva de su filosofía basada en el dolor para alcanzar la felicidad. Sustituye la puesta en escena por una brillantez descriptiva, que se podía considerar algo recargada. Pero sería por el énfasis que Séneca pone en esta forma de crear obras, por lo que se consideran poco teatrales.
El cuadro de la muerte de Séneca podría
ser como una instantánea de sus tragedias.
Aunque podríamos pensar que en esta época en la que el mimo se convierte en un género en pujanza, podría haber combatido estas dificultades escénicas. Quizás escenas como el asesinato de los hijos a manos de Medea, hubiesen tenido cabida en la ficción que propone la mímica. Pero lógicamente este arte no se utilizaba para los temas dramáticos, sino que se había consagrado casi exclusivamente a la comedia.
ser como una instantánea de sus tragedias.
Aunque podríamos pensar que en esta época en la que el mimo se convierte en un género en pujanza, podría haber combatido estas dificultades escénicas. Quizás escenas como el asesinato de los hijos a manos de Medea, hubiesen tenido cabida en la ficción que propone la mímica. Pero lógicamente este arte no se utilizaba para los temas dramáticos, sino que se había consagrado casi exclusivamente a la comedia.
A día de hoy no existen pruebas fehacientes de la representación de tragedias en teatros romanos. De hecho las nueve tragedias que se han conservado de Séneca no fueron escritas para ser representadas en la escena, sino para ser recitadas en lecturas públicas. A pesar de la poca influencia que tuvo en su tiempo, si serían cruciales a partir del siglo XV en el teatro italiano e inglés.
Es precisamente este vacío teatral, esta falta de testimonios, el que genera la duda sobre la repercusión de la obra de Séneca. A esto se une tal vez, la afluencia de un público poco evolucionado que no supo asumir el nuevo teatro que proponía este autor. Un teatro, donde también tuviese cabida el horror explícito. Un teatro, en definitiva a la altura de cualquier espectáculo de la época.
Carmen Mª Moral 2º A
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